Seguro que tiene truco que califiquen el día de reflexión de antigualla, o que reclamen que se pueda hacer campaña hasta el día del voto. Solo por eso, ya me gusta la jornada de reflexión. Es como el tiempo muerto del baloncesto. Una maniobra defensiva. Una manera de pararlos.
Un día sin márqueting político y libre de consignas es una bendición democrática a la que no deberíamos renunciar solo por el bien de los estrategas y los mass media.
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