Con los directivos de las cajas empieza a acontecer lo mismo que con los asesinos en serie en la televisión. No hacen más que salir vecinos, amigos y conocidos para declarar que nunca lo habrían sospechado, que parecían gente discreta y muy educada, que siempre saludaban y quién lo iba a decir con lo normales que se les veía. Se hacen millonarios sin que nadie les recuerde. Igual que Frank Abagnale, el escurridizo timador encarnado por el siempre subestimado Leornado DiCaprio en la película de Spelberg. Entonces era “atrápame si puedes”. Ahora, en esta era de la economía global, más bien suena a "indemnizate si puedes; no seas gilipollas, todo el mundo lo hace y nadie es responsable". En esta crisis y en este país, al parecer, el único que es culpable de algo y tiene que asumir sus responsabilidades debe ser Zapatero.
El Banco de España no sabía nada. Resulta que todas las lecciones que nos impartía su gobernador se resumían en una: ocúpate de tus propios asuntos. Al parecer, MAFO tiene tanto para teorizar sobre el trabajo de los demás porque no hace el suyo. Ofrece opinión y recetas para los salarios, las pensiones, los parados o la reforma laboral. Pero nada que comentar o actuar sobre la estructura de incentivos modelo "coge el dinero y corre" de los directivos de las cajas que debía supervisar y vigilar.
La Democracia Feijoniana también pasaba por allí. Ya sabemos que resulta de mal gusto hablar de dinero, o preguntarle a alguien cuánto gana. Pero pensábamos que, a lo mejor, el tema había surgido en cualquier tiempo muerto entre fotografía y fotografía para salvar al sistema financiero gallego. Pero no. Su ejercicio de la tutela tantas veces reclamada no era para esos detalles logísticos. Era para la gran estrategia. Para disertar sobre los desafíos de la gobernanza global de la economía, el impacto que podría tener en Wall Street el desembarco fulgurante del poderosísimo ahorro gallego, o la aviesas tácticas de los chinos para disputarnos la supremacía mundial en la captación de inversores.
Ahora le reclama al Banco de España que tome las decisiones que la Xunta habría tomado ya.... si se hubiera enterado de algo. La Democracia Feijoniana nunca da un paso atrás. Por eso siempre cae de pie. Cualquier otro gobierno del mundo que presentase un balance de gestión tan paupérrimo en un asunto tan capital, debería pagar un precio. Pero aquí, en Galicia, eso también es distinto.
Hace dos años se subió a la tribuna del Parlamento a declarar que las caixas son del pueblo. Se lanzó a reformar la ley en nombre de la solvencia, la galleguidad y la pervivencia de nuestro sistema financiero, reforzando su tutela y control. O eso se nos contó. Hoy, tenemos menos del 10% de un banco y el que había se vende en saldo, la obra social descontada, un batallón de directivos primados hasta las cachas y los muros del sistema financiero gallego más derruidos que aquellos de la patria de Quevedo.
Seguramente la culpa sea del Banco de España, MAFO y Zapatero, pero la Democracia Feijoniana gobierna porque nos aseguró que esas cosas ni le pasaban, ni se las harían, porque no se dejaría. Pero se lo han hecho. Porque lo permitió, o porque no supo impedirlo. Aún aceptando sus excusas e imputaciones contra todas las administraciones que no son la suya, es responsable en esa parte que le toca.
Dejémonos de legalismos sobre cuestiones competenciales ¿Alguien duda que estos directivos habrían recortado su finiquito millonario si el gobernador del Banco de España o el Presidente de la Xunta se lo hubieran exigido, aunque fuera con una simple llamada telefónica? ¿Pero en qué mundo creen que vivimos?
Aunque si lo piensan bien, lo peor de todo es recordar cómo casi nadie se escandalizaba por tales superbeneficios cuando la crisis no andaba aporreando la puerta de nuestras casa, reclamándonos diezmos cada vez mayores para los señores de los mercados ¿De verdad pensamos que puede funcionar bien una economía que recompensa con semejante desfachatez e impudicia a los directivos de sus empresas por un valor que nadie puede aportar, bueno o malo, con beneficios o sin ellos? ¿En serio?
artículo publicado en El Pais. domingo 9/10/2011
No hay comentarios:
Publicar un comentario